En fin, no pudo ser. Las chicas estuvieron cerca, pero al final, después de cerrar la puerta a las semifinales por cuatro puntos, todo se vino abajo. Lo importante es reflexionar en los errores de este equipo, quizás plantear otro director de orquesta que deje de girar todo en torno a Amaya, ver cómo trabajar los aspectos emocionales que hacen perder un partido- esa inestabilidad tan típica en los deportistas españoles. Pero lo más importante es saber que contamos con jugadoras buenísimas, que es un placer verlas jugar, que hacen del deporte algo grande. Hay mucho por delante. Es cuestión de cambiar lo que funciona mal para hacer que este grupo de grandísimas jugadoras sea, por fin, uno de los tres mejores equipos del mundo. Casta y calidad tiene. Creo que toca creérselo. Ahora a vivir el día a día de la liga.
Gracias, chicas, por hacernos disfrutar.
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